miércoles, 25 de junio de 2008

Noche de San Juan


Érase una vez un tiempo lejano donde seres mágicos convivían entre murallas y encierros.

Junto a ellos, las damas de la comarca -reunidas, aglutinadas, rejuntadas-, celebraban, una vez al año, un encuentro especial.

La noche breve, en torno al fuego ritual, a la hoguera esotérica, con torres centenarias y tumbas romanas.

Hadas y duendes bendecían la tierra y donaban su magia a las pequeñas ciudadanas.

Siglos después, sin más pretensiones que la de dejar atrás penas y tristezas –y algún adosado en la periferia- Cameron y sus secuaces saltan en torno a un fuego que calienta y no incendia.

El fuego eterno, cuna de fénix, que renace de la purificación para el tiempo de alegría, abundancia y placer.

Dejamos atrás aquello que mejor ya no nombrar…

Jugar con fuego