Después de 9 días de blanco y rojo -repuestas ya del agotamiento sanfermiero, colgadas las albarcas y tacón mediante-, estas cronistas encaran la dura tarea de salir de rebajas.
La adquisición de prendas únicas a precios exultantes nos recuerda al botín de un temido pirata –aunque sólo somos unas traviesas damas urbanas-.
Entonces aparece la pregunta: ¿se fijan ellos en los zapatos, bolsos, anillos, pendientes, collares, bragas, sujetadores, faldas, pamelas, camisetas, vestidos, cinturones, trajes de baño, gafas, pitillos, minis…?
Este deleite de texturas y colores, ¿es percibido por otras miradas, más allá de la curiosidad femenina?
Y si así fuera, ¿es esto motivo de seguridad para nosotras o, simplemente, nos sentimos seguras al utilizar esas prendas y accesorios bonitos y eso es lo que atrae?
Seguramente, querid@s comentaristas encontraremos múltiples respuestas -y algún enfado-. Pero de lo que estas pequeñas damas están seguras es que nacer, crecer, sufrir, necesitar, desear, vivir, anhelar, odiar, amar, no es sin la mirada del otro.
¿Cuál ha sido la mejor compra de estas rebajas?
